La ineficiencia del Congreso en números
- Despacho Dip. Martin Yeza
- 14 jul
- 2 Min. de lectura

Este informe no habla del Congreso en abstracto. Habla de lo que ocurre cuando, formalmente, la Cámara de Diputados sesiona para discutir y tratar leyes.
Desde Colossus Lab analizamos 19 sesiones parlamentarias entre enero de 2024 y julio de 2025. Todas con temarios definidos. Todas con expedientes concretos en la convocatoria. La selección de esos temas es un acto inherentemente democrático: a algunos les gustarán más, a otros menos.
Creemos que el problema no radica en la falta de actividad, sino en el diseño institucional de origen: el Congreso no fue concebido como una organización orientada a resultados. Puede sancionar leyes no basadas en evidencia y luego no medir el impacto de esas decisiones. Y cuando sí delibera, muchas veces lo hace desconectado del asunto en cuestión.
En las sesiones analizadas, encontramos una desviación sistemática en el uso del tiempo del recinto: entre el 70 % y el 85 % se destinó a homenajes, cuestiones de privilegio, discursos políticos generales y disputas reglamentarias. Solo entre el 15 % y el 30 % se usó para debatir efectivamente los proyectos convocados.
No es que el Congreso no debata. Es que, incluso cuando se reúne para tratar leyes concretas, dedica la mayor parte del tiempo a otra cosa.
Para dimensionar cuánto pesa esta distorsión, analizamos una de sus formas más reiteradas: las cuestiones de privilegio. Aplicamos una simulación Montecarlo con 10.000 escenarios para estimar cuánta carga horaria generan en una sesión estándar. El resultado es claro: si no se regula su uso, pueden absorber hasta un tercio del tiempo disponible para legislar. En cambio, establecimos que limitar su uso a un máximo de 8 mociones por sesión permite mantenerlas por debajo del 10 % del tiempo total en más del 95% de los casos.
Pero el problema no se agota ahí. Lo que revela esta dinámica es algo más profundo: una desconexión estructural entre lo que el Congreso se propone tratar y lo que efectivamente discute cuando se sienta a sesionar.
No es un problema de falta de debate. Es un problema de prioridades.Y esa desviación, sostenida en el tiempo, termina erosionando su legitimidad.
El informe completo está disponible acá:[Descargar informe: Eficiencia parlamentaria 2024–2025]



El informe me pareció muy claro y necesario, especialmente por cómo se plantea el análisis estructural y el uso de inteligencia artificial para evaluar el desempeño del Congreso. El enfoque va más allá de una simple crítica: muestra cómo la falta de foco legislativo es un problema de diseño institucional. Además, es muy interesante cómo utilizaron IA y simulaciones Montecarlo para identificar posibles escenarios de mejora. Felicitaciones a todo el equipo por esta iniciativa rigurosa y tan necesaria.